En las rutas del país, especialmente durante la noche, se ha vuelto cada vez más común un problema que genera gran incomodidad y peligro a los automovilistas y motociclistas, el uso excesivo de luces altas y complementarias. Esta práctica, aunque parece inofensiva para algunos, representa un riesgo real para la seguridad vial.

La causa principal de este fenómeno está relacionada con el uso de polarizados excesivamente oscuros. Muchos conductores, buscando protegerse del sol o simplemente mejorar la apariencia de sus vehículos, colocan láminas tan oscuras que impiden una correcta visibilidad durante la noche. Como consecuencia, recurren al uso de luces altas o instalan faros adicionales para poder ver mejor, sin considerar el efecto que esto causa en los demás conductores.
El resultado, una ruta cada vez más peligrosa, donde los encandilamientos son frecuentes y los reflejos pueden provocar maniobras erráticas, accidentes o simples momentos de tensión que podrían evitarse con una regulación más estricta.
A pesar de ser un problema visible y constante, las autoridades parecen no tomar cartas en el asunto. No existen controles regulares sobre el nivel de polarizado permitido ni sobre la instalación de luces adicionales no reglamentarias.
El tránsito nocturno se vuelve así una experiencia incómoda y riesgosa para muchos conductores que cumplen las normas, mientras otros circulan con verdaderos “reflectores” sobre ruedas.